UN VIAJE A BARILOCHE
Por fin en el bus.
Costó este viaje, hay otros que se dan solitos, todo fluye, pero este…
Hubo que dejar todo calzado en la casa: el nieto con un tío durante el día, hasta que su padre lo atienda en la tarde.
Todos los planos entregados, para que la Ingeniera se quede tranquila haciendo un buen flujo de caja para Febrero.
El refrigerador bien surtido, que si no, dicen que se murieron de hambre, y se lo dicen a una con cara de víctimas.
Pero esa fue una parte del preparativo, la más fácil, la que cuesta menos por la práctica de treinta años de dueña de
casa.
La más difícil fue la otra, la personal. Buscando la ropa adecuada, ni mucha ni poca, una lata andar con bolsos
pesados, una lata que a uno le falte justo “la” chaqueta o “los” zapatos, una lata andar con piel de gallina porque faltó
ropa más abrigada, o andar toda sudada por no llevar ropa delgada.
Si, si solamente es al otro lado de la cordillera el viaje, en la misma latitud, pero yo no creo que el clima sea tan igual,
cómo, si la cordillera está al poniente. Algo tendrá que influir, digo yo.
Además de ser un viaje de vacaciones que se posterga por cinco años, es un viaje especial. Bueno, ni tanto. Es que
al final conoceré personalmente a un tipo que promete como entretención, para pasear de a dos.
-Ché, veníte, será divino, una cana al aire para los dos. Te llevaré para acá, para allá, para acullá.
Claro, si así son de exagerados estos argentinos. O es todo divino o toda una porquería, sin términos medios. En
todo caso para salir de una rutina están pintados, supongo.
Me quedé dormida pero, invariablemente, siempre despierto en la rotonda de entrada a Osorno.
En el terminal me bajo a fumar un cigarrillo, no necesito comprar nada, llevo agua mineral, jugos, galletas, sándwich,
como para alimentar a todo el bus si nos quedamos en la frontera un par de días.
Hijos exagerados, si hasta querían hacer un queque para que llevara. Y yo lo único que quería era poder salir de
casa y librarme de ellos.
Desde que cumplieron veinte años, y hace bastante de ello, que les ha dado por sentirse padres míos, o esposos,
no sé. Bueno, esposos no, porque eran lo más entusiasmados en que viajara a conocer al argentino.
- Mamá, si son súper alegres, además que no tendrá ningún control sobre ti, porque no se va a venir a vivir a Chile
¿no es cierto? Podrás seguir con todas tus actividades, será solamente una cana al aire, como él te dice.
Ya, vamos rumbo a la frontera. Paisajes que me sé de memoria, pero hermosos como ellos solos. Otro cigarrillo en
la frontera y listo, estoy en Argentina.
Para qué mentir ¿no?, el coironal no es lo mismo que el bosque perenne. Nuevamente me duermo.
Y ya estamos en Bariloche. Sí, bonita la ciudad ¿tanto como Puerto Varas?, no sé, no sé. Harto chico el terminal de
buses, pero bueno..., no lo vamos a criticar todo.
Al asomarme a la puerta del bus lo reconocí al tiro. Igualito a las fotos que me había enviado. Por lo visto yo tampoco
estaba muy distinta, ¿o sería la única cincuentona en el bus?, porque fue mirarnos y re-conocernos.
Me abrazó apretado, demasiado para mi gusto. Es que hace años que no me abraza un hombre distinto a mis hijos,
y media reacia al contacto físico... Incómodo. Me mantuvo la mano apretada mientras se encargaba de retirar mi
bolso del maletero. No pensaba arrancarme, y menos sin mi bolso, pero bueno…
-Ché, nos vamos a Zapala- me decía mientras ¿me arrastraba? al auto sin soltar mi mano.
-Pero yo tengo la reservación aquí ¿no quedamos en que mañana nos íbamos a Zapala?- no me estaba gustando el
cambio de planes, yo tan metódica, organizada, planificadora. Si hasta llevaba algunos pesos argentinos, como
sencillo, para no pagar lo pequeño con dólares.
-No nos hagás esto, chilena, están todos esperándote, el bife ya debe estar a punto.
-¿Todos? ¿Quiénes todos?- ¿a quién mierda invitó éste?
-Mis hijas, mis yernos, mis amigos, todos- y ya me empujaba dentro del auto.
Lo pensé ¿me bajo o me quedo? El tipo no tiene cara de sexópata, pero yo no conozco a ningún sexópata ¿cómo
puedo saber qué cara tienen? Sí lo noté nervioso, ansioso, pero había algo amigable en él. Recién influida por una
sicóloga dejé que mi instinto decidiera. Me quedé en el auto.
No paró de hablar durante el trayecto entre Bariloche y Zapala. Me mostraba lo “maravichoso” del paisaje. No es que
yo sea última de patriotera, pero puchas que es linda mi patria.
Llegamos a su casa y me pareció que habían cien personas, y todas hablando a la vez, todas abrazándome
apretado, como si hacía años que no nos veíamos, amigas de siempre, de la infancia, eso parecía. Creo que si
hablé diez palabras fue mucho.
Gente cariñosa, efusiva, es que nosotros somos tan fomes, tan fríos ¿o yo seré la fría?
Me metieron carne hasta por debajo de la nariz. Si la verdad es que en Osorno tenemos el mejor ganado del país, y
que la dieta del pobre en el sur de Chile es a base de carne, papas y leche. No hay refrigerador en mi zona en la que
falte un trozo de carne, faenado a la mala o a la buena, pero hay.
Como a las diez de la noche la familia y los amigos empezaron a retirarse.
-¿Querés dar una vuelta por el pueblo? Yo tengo el estómago pesado- yo también lo tenía, también tenía calor con
tanto vino y tantas brasas para asar la carne.
Me sentí grata, por primera vez, caminando bajo una luna preciosa, tanto como se ve en Chile, las calles silenciosas,
abrazada. Me sentí protegida, agradablemente protegida ¿sería el vino?
La conversación era calma, de recuerdos, una infancia bonita, llena de afectos, familia achoclonada.
A pesar del vino me mantuve alerta y orientada, el oficio de dibujante de planos topográficos ¿no?, y cuando
regresamos a la calle donde estaba la casa de mi amigo extrañé inmediatamente su auto estacionado en la calle.
-¿Guardaste el auto?- al no recibir respuesta y sentirme liberada de su abrazo lo miré, estaba desencajado
-¡Me lo robaron!- ¡mi bolso! ¡Mierda! Me quedé sin ropa.
-¡Tu bolso!-como adivinando mi pensamiento- ¿Tenías dinero en tu bolso?
-No, solo ropa, lo demás está en mi cartera y en el bolso pequeño que bajé.
Hizo cien llamados a la policía, a los amigos, a la familia, creo que regresaron algunos de ellos a la casa. Yo me
acosté con una muda de ropa interior y me preocupé de dejar lavada la que traía puesta. Escuché que entraron y
salieron miles de veces.
Cuando desperté en la mañana me lo encontré recostado al lado mío, sobre la ropa de cama. Parecía un niño que
ha perdido su recién entregado juguete de navidad.
No pude menos que reír, reír de todo lo que me había afanado escogiendo con pinzas mi ropa y ahora estaba ahí,
nuevamente con mi sempiterno blue jeans, mis bototos y mi casaca.
Y en Zapala, me pareció que jamás conocería Bariloche, El Bolsón, etc.
-¿De qué te reís?- había despertado
-No es lo que había planeado, pero bueno son cosas que pasan ¿no?
-Mi hija me traerá su auto para cumplir mi compromiso de llevarte a conocer lo hermoso de mi tierra.
-Bueno ¿tomamos un café?
-¡Un mate!- ah, nuestros vecinos.***